Reclaman la tierra perdida,
arrebatada por manos extrañas
untadas de sangre ajena,
contaminada.
Grita la voz de sus arroyos
que lloran la ausencia de sus hijos,
que partieron forzados
a otras tierras
extrañas.
Un lamento se oye en el valle,
aquél que lleva a mis muertos
¡Sufre tierra! ¡grita! ¡clama!
la marcha de los ausentes
que anhelan en silencio...
el regreso.
Cipriano
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