Dono mis ojos, los doy voluntariamente
a aquellos que no quieren ver las diferencias.
Dono mis oídos, para que escuchen sonetos.
Dono mi olfato, lo doy voluntariamente
a aquellos que no quieren saber de fragancias.
Dono mi memoria, para perpetuar mis recuerdos.
Dono mi lengua, la doy voluntariamente
a aquellos que callan y son indiferentes.
Dono mi boca para que hablen de injusticias.
Dono mi rostro, lo doy voluntariamente
a aquellos que les han robado el suyo.
dono mis cuerdas bucales para cantar melodías.
Dono mis pulmones, los doy voluntariamente
a aquellos que quieren respirar aire puro.
Dono mi estómago para digerir enseñanzas.
Dono mi corazón, lo doy voluntariamente
a aquellos que no se sienten amados.
Dono mi hígado para limpiar conciencias.
Dono mis manos, las doy voluntariamente
a aquellos que quieren servir, no ser servidos.
Dono mis pies, los doy voluntariamente
a aquellos que quieren andar nuevos caminos,
perpetuando mis pasos, pasos frescos
ávidos de andar.
Dono mis órganos, los doy voluntariamente
para con ellos construir una nueva humanidad
que se da a los otros sin reservas
por amor, y sólo por amor,
porque es lo único que nos puede transformar
en hombres de paz.
Cipriano
viernes, 29 de julio de 2016
jueves, 21 de julio de 2016
EL CUERPO DE LA PAZ
A la paz hay que restituirle su cuerpo,
porque tiene muchas fracturas y heridas.
Todos la hemos flagelado al extremo.
La paz tiene fracturas y heridas de secuestro.
Le hemos amputado sus piernas con minas quiebra-patas;
le hemos sacado sus ojos con violencia
entre políticos, fuerzas armadas, guerrilla, paracos, narcos,
y demás grupos armados organizados.
Le hemos desfigurado el rostro
con el ácido de la indiferencia y de la intolerancia;
La paz "anda" ahora en silla de ruedas.
A la paz hay que restituirle su cuerpo.
Engendrado desde sus propias entrañas,
un cuerpo nuevo fecundado
con el óvulo de la justicia y el semen de la libertad,
únicamente posible desde el perdón y el olvido
de los actores humanos que la hemos lacerado y abatido.
Dejemos que la semilla de la paz se geste
para empezar de nuevo a construir juntos
un mundo justo y libre
en donde todos participemos
respetando las diferencias.
Cipriano
porque tiene muchas fracturas y heridas.
Todos la hemos flagelado al extremo.
La paz tiene fracturas y heridas de secuestro.
Le hemos amputado sus piernas con minas quiebra-patas;
le hemos sacado sus ojos con violencia
entre políticos, fuerzas armadas, guerrilla, paracos, narcos,
y demás grupos armados organizados.
Le hemos desfigurado el rostro
con el ácido de la indiferencia y de la intolerancia;
La paz "anda" ahora en silla de ruedas.
A la paz hay que restituirle su cuerpo.
Engendrado desde sus propias entrañas,
un cuerpo nuevo fecundado
con el óvulo de la justicia y el semen de la libertad,
únicamente posible desde el perdón y el olvido
de los actores humanos que la hemos lacerado y abatido.
Dejemos que la semilla de la paz se geste
para empezar de nuevo a construir juntos
un mundo justo y libre
en donde todos participemos
respetando las diferencias.
Cipriano
lunes, 11 de julio de 2016
AMÉRICA
Aquí, los dioses y los hombres se confunden
a pesar de sus diferencias.
El tiempo humano al igual que el tiempo de los dioses
es un tiempo presente y cíclico.
Aquí, el pasado es un mero reflejo del presente
y el futuro aún no existe, es incierto.
Como los dioses,
los hombres vivimos el "ahora".
El "aquí" y el "ahora" es lo único que importa...
a los dioses y a los hombres:
Se vive y se muere,
en el tiempo presente;
Se ama y se odia,
en el tiempo presente;
en este instante,
encerrado en la eternidad de lo que somos:
"Hombres que juegan con los dioses
el juego de ser dioses de sí mismos."
Cipriano
a pesar de sus diferencias.
El tiempo humano al igual que el tiempo de los dioses
es un tiempo presente y cíclico.
Aquí, el pasado es un mero reflejo del presente
y el futuro aún no existe, es incierto.
Como los dioses,
los hombres vivimos el "ahora".
El "aquí" y el "ahora" es lo único que importa...
a los dioses y a los hombres:
Se vive y se muere,
en el tiempo presente;
Se ama y se odia,
en el tiempo presente;
en este instante,
encerrado en la eternidad de lo que somos:
"Hombres que juegan con los dioses
el juego de ser dioses de sí mismos."
Cipriano
Suscribirse a:
Entradas (Atom)