A la paz hay que restituirle su cuerpo,
porque tiene muchas fracturas y heridas.
Todos la hemos flagelado al extremo.
La paz tiene fracturas y heridas de secuestro.
Le hemos amputado sus piernas con minas quiebra-patas;
le hemos sacado sus ojos con violencia
entre políticos, fuerzas armadas, guerrilla, paracos, narcos,
y demás grupos armados organizados.
Le hemos desfigurado el rostro
con el ácido de la indiferencia y de la intolerancia;
La paz "anda" ahora en silla de ruedas.
A la paz hay que restituirle su cuerpo.
Engendrado desde sus propias entrañas,
un cuerpo nuevo fecundado
con el óvulo de la justicia y el semen de la libertad,
únicamente posible desde el perdón y el olvido
de los actores humanos que la hemos lacerado y abatido.
Dejemos que la semilla de la paz se geste
para empezar de nuevo a construir juntos
un mundo justo y libre
en donde todos participemos
respetando las diferencias.
Cipriano
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