Te saludo señor Auschwitz,
aquí, desde América Latina.
Vengo a refrescar un poco tu memoria,
y a que me reveles tus secretos.
Pero... ¿por qué me ignoras señor Auschwitz?
Sé que para ti soy un extraño
que viene a perturbar tu existencia.
Hoy quiero que me recuerdes algo.
¿Por qué permitiste tanta muerte?
¿Por qué actuaste peor que un animal?
¿Por qué nos redujiste a nada?
¿Por qué vino de ti tanta crueldad?
Mírame aquí, frente a tí como un gusano,
arrastrándome bajo mis inmundas ruinas;
pero mi soledad y mi desesperanza te preguntan,
mordiendo el polvo de mi insignificante vida.
Ya nada queda más que preguntar, por qué.
Señor Auschwitz, tú aún sigues vivo aquí;
vengo a saber si has sufrido de altzheimer,
o de cualquier otra enfermedad mental
que no te deja recuperar la memoria
y contarme el día en que sepultaste la tuya,
cuando aniquilaste a la raza humana
en esa noche larga y oscura
en que los vivos nacimos a la aurora,
transformados en gusanos kafkianos.
Cipriano
No hay comentarios:
Publicar un comentario