Ríos de agua dulce
corren suavemente por mis venas,
llenando cada espacio de mi ser,
purificando todo a su paso;
limpiando el alma de tanta porquería
que ha recogido al caminar:
de idas y venidas, sin saber
en qué puerto reposar.
Ríos de agua dulce,
así también son tus besos
que corren suavemente por mi ser;
fluyen como ríos que acarician
los paisajes olvidados del ayer,
renovando sus tierra y sus prados.
Alimentado en sus orillas, flores de colores.
Ríos de agua dulce
son tus besos que acarician
las flores que encuentras en mi orilla,
y embelleces el paisaje nuestro,
atrayendo aves e insectos de colores;
mientras nadan en sus aguas peces juguetones,
entre piedras y arrecifes.
Agua pura de río dulce,
embriágame con tu sabor;
refresca mi ser en este instante
en que la sed del desierto me devora;
en que la sal de mi sudor es insoportable,
al caer en mis abiertas heridas
de un ayer maldito que carcome y quema,
dejándome medio desfallecer.
Cipriano
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